25 nov 2010

A pesar de estar viviendo en los albores del Siglo XXI, donde podríamos suponer siempre que la humanidad ha llegado a nuevos y mejores estados de relaciones sociales, lamentablemente no es así. Seguimos viendo, en todo el mundo, informes de violencia indescriptible en contra de la mujer.
Ni la escala ni el alcance de esta violencia son nuevos. La violencia de género no se limita a zonas de guerra o regiones en conflicto extremo. Niñas y mujeres, debido a su género, son el blanco de violencia en algún momento de su vida, desde el feticidio femenino, hasta cuidados de salud y nutricionales inadecuados para las niñas, el matrimonio infantil, la trata de mujeres, los denominados asesinatos de "honor" y la negligencia y ostracismo de víctimas, son algunas cosas de una lista aún más grande de atrocidades.
Esta violencia es una pandemia a nivel mundial. Trasciende orígenes étnicos, razas, clases sociales, religiones, niveles educativos y fronteras internacionales; el único elemento en común es que las víctimas son seleccionadas sólo por ser mujeres.
Desde 1991, el mundo ha reservado 16 días, iniciando el 25 de noviembre, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y se extiende hasta el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, para subrayar la idea de que la violencia que se comete en contra de la mujer debido a su género, es una violación fundamental de los derechos humanos. Esta violencia no es "cultural", como a veces se pretende justificar, hay que ser muy claros, estos actos son criminales. Es un problema de todos los países, por lo que se necesita una respuesta que sea proporcional con la gravedad de estos crímenes.
No se puede sólo culpar a unos cuantos aberrantes perpetradores de ataques a la mujer. Más bien, estas formas de violencia se originan en la arraigada y permanente baja condición de mujeres y niñas en todo el mundo. Terminar con la violencia tratando las causas, así como los síntomas, exige no sólo que aumente el número de juicios contra criminales de este tipo, sino también que trabajemos rumbo a la igualdad completa de la mujer en todos los aspectos de la vida.
La violencia de género no es un asunto exclusivo de la mujer; es un desafío mundial para los derechos humanos y la seguridad. Es un problema internacional que exige soluciones internacionales.
Debemos garantizar que niños y niñas en cualquier país, tengan acceso a una educación de alta calidad que les enseñe el valor intrínseco de cada persona.
La mujer es la clave para el progreso y la prosperidad en el Siglo XXI. Cuando es marginada y maltratada, la humanidad no puede progresar. Cuando se trata a la mujer conforme a sus derechos y se le brinda igualdad de oportunidades en educación, salud, empleo y participación política, puede sacar adelante a su familia, a su comunidad y finalmente a su nación.
Es hora de acabar con la violencia contra la mujer y hacer que esto sea una prioridad para todos nosotros.

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